miércoles, 16 de marzo de 2011

Pink Floyd - Meddle (1971)

Cuesta mucho ser objetivo escribiendo sobre algo del pasado que uno considera como influencia para ciertas cosas del presente. Especialmente cuando estas cosas del pasado y presente son tan apreciadas por uno. Digo esto como advertencia ya que este artículo sobre el sexto trabajo de estudio de Pink Floyd es completamente apreciativo. Además, este año se cumplen 40 años desde el lanzamiento de Meddle, por lo que me parece apropiado publicarlo.

Pink Floyd está muy presente en la vida de este humilde ensayista. Gracias a la influencia de mi hermano mayor, tuve un primer acercamiento a Pink Floyd a una edad muy temprana. Todavía recuerdo ese cassette blanco con letras naranjas que decía “Pink Floyd – The Wall”. Para mi, Another Brick in the Wall pt 2 era lo máximo. Con un pobre inglés cantaba “wi doun nid nou eduqueichon” y parecía que nada podía ganarle a esa canción. En ese momento era lo más “taquilla” en mi vida.

Poco sabía en ese entonces (y poco me interesaba) que había un mundo entero de Pink Floyd que desconocía. Y más impresionante aún era el hecho que este mundo había sido creado mucho antes que yo naciera.

Pink Floyd lanzó Meddle a principios de los setenta luego de un bagaje de psicodelia que los había tildado como los maestros del rock espacial. En esos tiempos, los cuatro años que separaban el debut de Pink Floyd con Syd Barrett y Meddle deben haber parecido una eternidad. Mucho pasó en esos años. Barrett fue desvinculado de la banda, refugiado en su propia demencia. En su reemplazo apareció el virtuoso profesor de guitarra de Barrett, David Gilmour. Esto generó un gran cambio pues Pink Floyd pasó de tener un marcado líder a tener dos, Gilmour y Waters.

Luego del trabajo experimental de Atom Heart Mother, Pink Floyd había logrado demostrar su capacidad para generar obras extensas, marcadas por distintos momentos y matizadas por experimentación sónica de todo tipo; desde sonidos de animales hasta orquestaciones complejas. Siguiendo esta línea de experimentación, es fácil apreciar el avance de Pink Floyd durante toda su carrera (hasta The Wall por lo menos). Meddle marcó un punto de inflexión para la banda. El éxito comercial y creativo que lograron un par de años después con Dark Side of the Moon es una cosa pero la consolidación de su sonido y modus operandi, dejando de lado la psicodelia sesentera, es otra. Este avance musical (e histórico) queda registrado en 1971 con el lanzamiento de Meddle.

En 1971, el rock de guitarras y los conciertos de dos horas se habían transformado en una estampa de la música popular. Con un guitarrista como David Gilmour y canciones de veinte minutos, Pink Floyd de inicios de los setenta no se quedaba atrás pero al mismo tiempo distaba de ser un espectáculo como Led Zeppelin. Por el contario, Pink Floyd siempre se presentó a su público como una banda elegante, reflexiva y algo perturbada. ¿Se imaginan a Rick Wright con un séquito de groupies lanzando televisores por las ventanas de los hoteles? No creo. Puede parecer ridícula esta comparación pero de alguna forma u otra se traduce musicalmente.

Sin vocalista showman, solos exuberantes ni hábitos destructivos, Meddle representa a la banda tal y como es. Si bien algunos de estos clichés nunca fueron parte de Pink Floyd, muchos de los cánones que ahora concebimos como ingredientes principales del rock clásico si los caracterizan y aparecen una y otra vez en Meddle; las guitarras distorsionadas, la influencia del blues, las baladas acústicas, etc.

Con el sonido del viento que pasa de un parlante a otro (o de un audífono a otro) comienza el disco. Poco a poco entra el bajo con eco llevando el ritmo de toda la canción con dos acordes. Si bien la estructura es extremadamente simple, deja el espacio para que Pink Floyd se introduzca en esta primera canción como genios de los temas instrumentales. Poco a poco entra la guitarra de Gilmour con una distorsión desgarradora mientras el sonido se desliza y se desplaza de un acorde a otro. La presencia de cada miembro de Pink Floyd es clarísima. Los teclados de Rick Wright, el bajo omnipresente de Waters (y Gilmour, quien grabó el segundo track), las guitarras gruesas de Gilmour y la potencia y constancia de la batería de Nick Mason (ver video abajo) no pasan desapercibidas. One of these days da la bienvenida al oyente presentándole cada miembro de la banda por separado pero con un sonido poderoso.


Luego de esta introducción y nuevamente con el sonido del viento, entra la segunda canción, A Pillow of Winds. No hay silencio entre estas canciones, la música fluye en el viento de una canción a otra. En esta segunda canción, David Gilmour deleita con una balada acústica acompañada por arreglos de guitarra slide generando un cambio notorio como si la canción anterior fuera un aterrizaje forzoso lleno de emociones y esta canción fuera el lugar tranquilo y sereno de destino. Este ánimo más calmado se mantendrá por varias canciones.

La mayoría de las baladas acústicas como Wild Horses de The Rolling Stones o Tangerine de Led Zeppelin poseen una estructura bastante directa, al punto que cualquier “guitarrista de fogata” puede replicarlas sin hacer el ridículo. Con A Pillow of Winds no sucede eso. Es una canción de amor con momentos sonoros oscuros y punzantes, que juega con la intensidad anímica que provocan los cambios de acordes mayores a menores. Personalmente, considero esta una de las canciones más menospreciadas del repertorio de Pink Floyd, sin duda es de las mejores composiciones de Gilmour.

“Fearless” es un término propio de los entusiastas del fútbol inglés de la época. Era utilizado como quien dice “la raja” hoy en día en nuestra cultura (o “awesome” para los anglosajones). Este es el título del tercer tema de Meddle. Con Roger Waters a la guitarra acústica y bajo y con Gilmour a la voz, esta canción posee un sentimiento de optimismo que se ve reflejado tanto en las letras como en la música. Las notas ascendentes que componen el riff principal dan un aire positivo y entusiasta. Estas influencias futbolísticas y optimistas se ven reflejadas al final de la canción cuando aparece la barra del equipo de Liverpool coreando el clásico de estadios “You’ll Never Walk Alone” (“Nunca caminaras solo/a”). Una vez más demostrando la capacidad de Pink Floyd para incorporar sonidos ajenos a los instrumentos de la banda dentro de sus composiciones.





Las dos canciones que le siguen aluden a lo mencionado anteriormente con respecto a las influencias de blues en Pink Floyd. San Tropez, compuesta e interpretada por Waters también posee esas guitarras acústicas que dominan la sección del medio de Meddle y habla sobre un día en el balneario francés del mismo nombre. Es una canción sencilla, alejada de cualquier pretensión cósmica como otras obras de la banda. El solo de slide de Gilmour adorna esta canción con un sonido tropical y folclórico.

La primera mitad de Meddle cierra con Seamus the Dog, un blues directo, interpretado sin mayor esfuerzo y con el sabueso Seamus ladrando durante toda la canción. Más que nada, esta canción demuestra que los integrantes de Pink Floyd tampoco se tomaban tan en serio y eran capaces de reírse de sí mismos.

Algo les comenté sobre la dualidad de los vinilos en el artículo pasado. A lo que me refería es al hecho de que los seguidores de la música hace algunas décadas (o los puristas actualmente) tenían que dar vuelta el disco de vinilo cuando la aguja terminaba de recorrerlo para seguir escuchándolo. Por lo tanto, cada disco tenía dos caras. Muchos intérpretes vieron esto como una oportunidad para generar dos lados distintos para cada disco, no solo una agrupación de canciones. Entre los discos que, a mi parecer, aprovechan esta oportunidad al máximo creo que vale la pena mencionar Low de David Bowie y, claramente, Meddle de Pink Floyd.


El segundo lado de Meddle cuenta con una sola canción, Echoes, cuya duración supera los 23 minutos. Desde esa primera nota del piano de Rick Wright hasta el desvanecimiento del sonido al final, este es un viaje sónico a lo más profundo de la psicodelia floydiana post Barrett. Al mismo tiempo, las letras escritas por Waters e interpretadas en armonía por Gilmour y Wright generan paisajes que, junto con los arreglos musicales, transportan al oyente a lugares como “cuevas de corales donde todo es verde y submarino” y al mismo tiempo le hacen cuestionarse conceptos tan profundos como la identidad, el “yo y ellos”, el cual será un tema recurrente durante toda su discografía (con Waters). Pocas veces esta banda ha generado tanta colaboración por parte de sus miembros en una sola pieza de música. Si bien, las canciones de más de 8 minutos son algo común para Pink Floyd, Echoes demuestra genialidad en mezclar lo que fue su sonido del pasado (psicodelia) con lo que será su sonido en discos posteriores (progresivo), inyectando momentos únicos donde la estructura de versos y coros sale por la ventana. Esta canción también representa una de las obras más desafiantes para sus seguidores. Les aseguro que mucho de los que visten poleras de Dark Side of the Moon probablemente nunca han escuchado esta canción entera más de una vez. Simplemente porque no es fácil. Es un desafío que Pink Floyd decidió establecer ante sus seguidores y que, de paso, cambió la forma en cómo las bandas se enfrentan a su música y a su público.

Pink Floyd definió su sonido para la posteridad con Meddle. También consolidó a Roger Waters como el poeta de la banda y a Gilmour como el arreglista con una de las voces más dulces del rock clásico.

Cuarenta años después, este disco parece haber superado la barrera del tiempo. Tanto así que muchas bandas nuevas me hacen decir "Hey, este disco tiene un sonido muy Meddle".


2 comentarios:

nachofloyd dijo...

Excelente la nota, me gusto muchísimo. La parte en la que hablas de Echoes es fantástica, es la pura verdad. Lo de las remeras del Dark Side, otra gran verdad. Hay gente que se aburre con esta cancion, mientras que para mi (Y pienso, tambien para cualquier fan de Pink Floyd) esta es una de las obras musicales ams perfectas de la historia del Rock. Son 20 minutos perfectos, en donde cada nota y cada palabra esta en donde debía estar. Una cancion incríble, tanto en Meddle, como a Pompeii, como en la gira de 2006 de Gilmour (Puntualmente en el show de Gdansk, donde se vio una de las mejores interpretaciones de la historia de este tema). Un saludo desde Uruguay.

Fievel dijo...

Como se aprende... La verdad es que ahora aprecio mucho mas este disco que la verdad no habia escuchado mucho.